PSICÓLOGOS CLÍNICOS EN LAS ESCUELAS. ¿PATOLOGIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN?.

PSICÓLOGOS CLÍNICOS EN CENTROS EDUCATIVOS.
PATOLOGIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN

En los últimos años, tras la pandemia producida por el COVID-19, se está produciendo un aumento de problemas de salud mental en niños, niñas y jóvenes, sobre todo en relación al uso de las redes sociales. Entre las consecuencias de su uso se han señalado los siguientes: adicción a las redes, problemas de sueño, ciberacoso, distorsión de la imagen personal y baja autoestima, conductas autolesivas, ansiedad, depresión, bajo rendimiento académico, suicidio, etc.

Esta situación de alarma ha hecho que se haya puesto el foco, por parte de medios de comunicación y partidos políticos, en la necesidad de introducir en los centros educativos la figura del psicólogo clínico.

Entendemos que esta es una respuesta precipitada y poco conocedora del modelo socioeducativo inclusivo en el que se debe asentar la intervención desde una perspectiva socio comunitaria con la que se construyó el modelo de orientación educativa y donde la idea de “SECTOR” es absolutamente relevante (SECTOR entendido como recurso vinculado a los servicios de zona, como son los servicios de salud, servicios sociales, asociaciones, servicios institucionales, etc.).

La educación, no olvidemos, tiene como finalidad contribuir al desarrollo máximo de las capacidades de las personas, la construcción de la propia personalidad e identidad desde un contexto de protección en el que se proporcionen herramientas y conocimientos que les permitan enfrentarse a los desafíos y retos de la vida dentro del respeto a los principios democráticos de forma que mejoren la calidad de vida de las personas y la sociedad. Así, se constituye un contexto preventivo y de seguridad, en el que concienciar y crear vías de comunicación y apoyo abiertos con niños, niñas, jóvenes y las familias, que son claves para mitigar estas consecuencias y promover una buena salud mental. Desde este marco, la orientación educativa (bien a través del propio profesorado, la figura del tutor o tutora, así como desde figuras especializadas como los de Departamentos de Orientación (DO), Equipos de Atención Temprana (EAT), Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica (EOEP) Generales y Específicos, y su importante labor en el SECTOR, constituye el ámbito desde el que articular, elaborar y coordinar programas preventivos y de intervención con los distintos servicios conectados con el centro educativo, desde una visión sistémica y socio comunitaria de la educación e intervención psicoeducativa. Es por ello por lo que desde la Orientación educativa (EAT, EOEP y DO) y sus funciones con el SECTOR educativo se viene reclamando desde hace años, profesionales de la Orientación suficientes, siguiendo las recomendaciones de la OMS (un orientador/a por cada 250 alumnos/as), así como los tiempos necesarios para poder atender las crecientes necesidades que permitirían la prevención, la detección y la derivación a los recursos específicos desde una visión sistémica y coordinada, frente a una visión reduccionista de la orientación y la educación.

Por el contrario, la figura del psicólogo clínico tiene como finalidad abordar y tratar problemas de salud mental, trastornos emocionales o conductuales y se centra en el diagnóstico y la intervención terapéutica para mejorar la salud mental y el bienestar del individuo.

La intervención terapéutica con la figura de un psicólogo clínico dentro de los centros educativos puede, además, significar la vulneración del derecho del propio alumnado a su privacidad poniendo en riesgo tanto la autoestima al etiquetarle, significarle o estigmatizarle, pudiendo llegar a agravar los problemas que han originado las situaciones de riesgo o traumáticas.

Por ello consideramos necesario:
El refuerzo de los profesionales de Salud Mental desde el propio contexto clínico, así como otros servicios: los Centros Educativos Terapéuticos (CET ), Servicios de apoyo domiciliario (SAD), etc.
El refuerzo de la Orientación educativa y de sus profesionales, así como la disposición del tiempo necesario para cumplir, de forma eficaz, con sus funciones y con el sector educativo, fundamentales para intervenir de forma adecuada en el aumento de las diferentes necesidades educativas, sociales, de salud, etc.
Si el problema está en las redes, no podemos pensar que la respuesta es llenar los centros de especialistas, sino intervenir desde el contexto social en lo que se está convirtiendo un problema emergente de salud pública que golpea a la parte más vulnerable de la sociedad, sin suficientes herramientas para hacer frente a un medio tan poderoso.

Madrid, 30 de mayo de 2023
Asociación PADME Pública.